Nunca ha tenido el sentimiento de ser un niño prodigio, se considera "muy suyo, trabajador, muy normal y con la inmensa suerte" de contar con el apoyo de sus seguidores desde sus inicios en la música. Tampoco ha pretendido nunca ser compositor: "nunca he sabido componer, aunque sí sé indicar cómo lo quiero. Yo no sé música y ni siquiera toco la guitarra, porque el secreto está en que yo no he querido ocupar mis manos, porque sin ellas no sé cantar".
Uno de los mayores temores de Raphael es sufrir algún accidente que lo inmovilice, porque eso cambiaría su forma de vivir. En ese sentido sí se considera "miedoso" y reconoce que no le tiene miedo a la muerte. "Caerme, un accidente, sí me dan miedo. A mi me quitan mi modus vivendi y no lo podría aguantar", ha dicho.
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